Coloreando Mandalas
Los mandalas son recursos para meditación, pero también son un medio de expresión artística, incluso pueden ser usados con un sentido didáctico.
Podemos colorear (pero también dibujar) los mandalas con las técnicas que prefiramos. Podemos usar bolígrafos, lápices, acuarelas, acrílicos, gouache, según nuestros gustos y habilidades. En el mandala no debe haber espacios vacíos, no de color. Los colores blanco y negro no se usan.
Los adultos y los niños pueden colorear. Incluso juntos, una actividad que puede fortalecer los lazos y permite pasar tiempo juntos en tranquilidad.
Podemos colorear los mandalas sin seguir reglas precisas, pero normalmente el mandala comienza a ser coloreado de adentro hacia afuera, lo que favorece nuestra apertura a los demás, mientras que colorear el mandala de afuera hacia adentro favorece la introspección y la autocomprensión. Estos sencillos consejos se aplican a todo el mundo, tanto a los adultos como a los niños.
Terapia con mandalas: qué hacer después de colorear
¿Qué podemos hacer cuando terminemos de colorear nuestros mandalas? Si queremos imitar la tradición de los monjes tibetanos, podemos destruirlos, una forma de aprender el desapego y recordar que nada dura para siempre. Esta actitud también nos ayuda a superar y dejar atrás las emociones de las que nos deshacemos durante el acto de colorear nuestros mandalas.
Pero también podemos decidir mantener nuestros mandalas de colores y tal vez colgarlos en la casa por unos días, verlos a cada momento y tratar de averiguar si sus formas y colores todavía tienen algo que decirnos.
En cierto modo, los mandalas "hablan" y nos dicen algo sobre nosotros mismos y nuestras emociones.
En el marco de la terapia con mandalas, por ejemplo, podemos intentar anotar en un cuaderno o en una hoja de papel las emociones que sentimos al colorear y al observarlo, y después de terminar el trabajo o al cabo de unos días, leer las notas.
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La elección de los colores y el simple acto de colorear, a lo que tal vez no estábamos acostumbrados, puede traernos recuerdos o ayudarnos a tener una nueva visión del futuro.
Cada uno, en su propio mandala, puede reconocer una parte de sí mismo y puede tratar de encontrar lo que le gustaría dejar en el pasado o lo que le gustaría traer al presente o tener en el futuro.
Mientras colorea, nuestra mente se libera gradualmente y se siente más ligera. Es un ejercicio muy accesible que vale la pena probar.